lunes, 23 de abril de 2007

Preocúpate DIABLO, que pronto te despiden.

Cuando era pequeño, mi abuela se encargaba de atormentarme mencionándome la famosa visita final que yo haría hacia el "Limbo", de no bautizarme en la religión católica a la cual ella era fiel suscrita.
No se si a todos los niños le contaron la misma historia, pero a mis oidos llegaron, vía palabras de mi abuela paterna, que el famoso Limbo era el lugar a donde iban a parar los niños que fallecían sin haber recibido el bautizo. El motivo era simple, traían consigo el pecado original y por ende no podían ingresar al paraíso, pero tampoco eran merecedores de terminar en el infierno. Recuerdo haberle pedido a mi mamá que me bautizara, a efectos de las tan "motivadoras" infuencias de mi abuela.
Si bien el bautizo en mi fue un acto reflejo producto del miedo sentido hacia ese tipo de cuarto oscuro de castigo, algo casi tan análogo a haberme tomado la sopa por no ver al cuco, este núnca logró ahondarme ni sentirme parte de la religión católica ni de ningún tipo de iglesia o culto religioso muy de moda ultimamente.
Pues bien, luego de muchos años de haber olvidado esa horrible palabra de mi infancia, esta vuelve, como todo en la vida, como la tierra misma que gira sobre si misma, tarde o temprano todo vuelve... y volvió a mi presente el Limbo, sólo que esta vez de forma grata.
Leyendo el diario del sábado me detuve en un titular que anunciaba que el Vaticano habia decidido abolir el Limbo. Plop! A ver si entiendo... ¿se puede abolir, suprimir, eliminar, deletear y borrar de la papelera de reciclaje de la religión al famoso Limbo?
Hay algo que me queda muy en claro, y es la postura comodín de las iglesias en general, que cual producto de venta se van creando para satisfacer a cada tipo de "cliente" decepcionado de la ex-monopólica o principal distribuidora de fé como la iglesia católica, pero de allí a que el mismísimo Papa apruebe el cerrar ese rinconcito de espera, ese kinder maldito, guardería de bebes no suscritos, y que deduzco que bajo su lógica estaría llena de bebes árabes, chinos, koreanos, vietnamitas, africanos y demás infantes nacidos en países donde esta religión no caló fuerte, pues como que ya hay mucho trecho.
Es obvio que a los niños de hoy ya no les asusta el cuco para tomar la sopa, y que saben que este no se aparecerá si se quedan despiertos despues de la medianoche por ver a los Backyardigans por cable. Que ya no escriben cartas a Papa Noel, sino mas bien lanzan indirectas a sus papis para que escojan el regalo navideño. Que ya no ven los Pitufitos, Los Cariñositos o Pequeño Pony, sino mas bien prefieren Dragon Ball Z, Los Simpson o Futurama. Que no se dejarán amedentrar como yo con ese Limbo maldito.
En vista de esta poca productividad mostrada por este cuartucho oscuro, me imagino que el Papa y todos sus ministros debieron haber cursado un e-mail a Jesucristo o a su señor Padre dueño de la empresa pidiendo se cierre esta inproductiva área y permita destinar los recursos de esta hacia otras áreas menos favorecidas. La respuesta, via el mismo medio, o en sueños como acostumbra segun oficios leídos, debió haber sido positiva y se procedió a la clausura definitiva por bajo rendimiento. Creo oir el grito eufórico de los bebes de alli ante su pase directo al reino de los cielos, sin visa de por medio ni trámites engorrosos hacia la gloria celestial... el reino de las oportunidades a su alcance.
Pues como todo felicidad para algunos y preocupación para otros. Lucifer, el Diablo, Don Sata, o como quieran llamarlo debería empezar a poner las barbas en remojo pues si su tan mentado Infierno no provoca miedos terribles como para que uno no desee terminar allí el resto de sus días, pues puede que también este en la lista negra de próximas áreas a clausurar. Preocúpate DIABLO, que pronto te despiden. Y si notan en estos días que las tentaciones van en aumento, no se preocupe, es que en el cielo se han puesto exigentes con los resultados. No estaría de más cometer uno que otro pecadito alli a discreción, como para que en aras de no seguir perdiendo parte de la cultura eclesiástica de la que nos llenaron el cerebro de pequeños, podamos mantener un infierno digno de reconocer.